Resistiendo la «normalización» de lo inaceptable

por | Jun 20, 2025 | Artículos

no te acostumbres a normalizar

Laboratorio de Paz

Desde la intervención de partidos políticos y entes como la Cruz Roja, los racionamientos de la energía eléctrica hasta el deterioro de condiciones electorales, una estrategia del autoritarismo es que nos acostumbremos a su «nueva realidad», en la que no caben los deseos, principios y valores democráticos y de derechos humanos. La estrategia del sapo dentro de la olla caliente ha sido muy eficaz para conquistar, progresivamente, territorios de anomalía y abuso de poder y que nos acostumbremos a ellos. ¿Cómo funciona el proceso de «normalización» bajo gobiernos autoritarios?

El proceso de normalización bajo gobiernos autoritarios es un mecanismo sociopolítico mediante el cual se vuelven cotidianas y aceptadas prácticas de control, represión, o arbitrariedad que originalmente serían vistas como inaceptables. Es un fenómeno gradual, pero que progresivamente va modelando la opinión de la sociedad para la obediencia y la pasividad.

¿Qué es la «normalización»?

En la sociología y la ciencia política, la normalización es el proceso mediante el cual hechos excepcionales —como la censura, la represión o el fraude electoral— dejan de percibirse como anomalías y pasan a ser parte del «funcionamiento normal» de la sociedad, al que la gente comienza a acostumbrarse como su nueva “realidad”.

En el caso de los gobiernos autoritarios, los procesos de normalización cumplen varias etapas:

1) Choque inicial (trauma o conmoción)

Se produce un evento o decisión grave (fraude electoral, represión, censura masiva), que genera alarma, protesta o conmoción social. Los autoritarismos saben que esta conmoción generalizada dura un tiempo limitado, tras lo cual comienzan a repetir, sistemáticamente, el evento, con lo que cada vez los cuestionamientos son menores. Finalmente, la medida autoritaria se repite sin consecuencias para el poder, tras lo cual se presentan nuevos abusos que siguen el mismo patrón.

2) Justificación y resignificación

El régimen los justifica (por ejemplo: “es por seguridad”, “hay una amenaza externa”). Se construye un relato oficial para legitimar la anormalidad, el cual se difunde desde diferentes lugares con diversos tonos, dando la impresión que diferentes sectores de la sociedad interpretan la medida de manera diferente a quienes la cuestionan.

3) Desensibilización

La sociedad se acostumbra al abuso o a la injusticia, disminuyendo la sorpresa, la protesta y el rechazo colectivo.

4) Aceptación pragmática

Las personas empiezan a adaptar su vida cotidiana a las nuevas reglas impuestas, aunque sean arbitrarias. Se prioriza la supervivencia o el bienestar individual sobre la confrontación.

5) Interiorización

La conducta autoritaria pasa a ser vista como «parte de la realidad», contra la que hay poco que hacer. Se comienzan a difundir “ventanas de oportunidad” en el acoplarse a la arbitrariedad.  Posteriormente es defendida o reproducida por parte de la población. Quienes no se acoplan son “pendejos” o “radicales”.

A desnormalizar: Que la tierra es nuestra, es tuya y de aquel

La desnormalización del abuso en contextos autoritarios es un tema central en estudios de resistencia civil, memoria histórica, derechos humanos y sociología política. Aunque no siempre se usa literalmente el término, hay una extensa literatura que propone estrategias para romper la aceptación social de lo inaceptable. Desnormalizar implica romper la percepción de que los abusos son “normales”, inevitables o tolerables, y restaurar la capacidad colectiva de indignación, resistencia y transformación. Es un proceso cultural, político y simbólico.

A continuación, una pequeña guía para desnormalizar lo inaceptable, que puedes hacer de manera discreta y no pública, en tu entorno o con relaciones de confianza.

1) Nombrar el abuso

Parece un sobrentendido, pero lo primero que se normaliza en contextos autoritarios es el silencio. Sin darnos cuenta, cada vez hablaremos menos y dejaremos de nombrar el abuso. Contra ello tenemos que ejercitar, conscientemente, la gimnasia del lenguaje, sin ponernos en riesgo: Usar las palabras adecuadas y correctas, especialmente en nuestras conversaciones privadas: por ejemplo censura, tortura, desaparición, fraude, persecución. Denuncia e identifica patrones, no hechos aislados. Ayuda a otras personas a ponerle nombre a lo que viven o presencian.

✅ Ejemplo: No digas “lo detuvieron por andar hablando de más”, di “lo detuvieron por opinar, eso es represión”.

2) Romper el relato oficial.

Esto es muy importante, aunque sólo lo puedas hacer en tus conversaciones privadas y en espacios de confianza. Hay que preservar el testimonio oral de nuestro tiempo. Cuestiona las narrativas justificadoras del abuso (“es por seguridad contra el terrorismo”, “el país está en guerra económica”). Comparte datos, testimonios y contra-narrativas verificadas. Aunque no puedas darle “like” o “rt”, sugiere a tus familiares y amigos que cuentas de redes sociales deben seguir para informarse. Usa el humor, la sátira o el arte para evidenciar lo absurdo del discurso oficial.

✅ Ejemplo: Memes, videos breves, podcasts o gráficos que desmonten mentiras repetidas.

3) Crear conversaciones críticas

La normalización se fortalece cuando dejamos de hablar de lo que está mal, pues lo damos por sentado y deja de ser novedoso. Podemos promover espacios seguros y de confianza para dialogar: grupos pequeños, círculos de lectura, talleres. Practica la escucha activa. Muchas personas están confundidas, pero no son indiferentes. No ridiculices a quien aún cree en el discurso oficial: Muéstrale otras realidades, recuerda cómo se vivía antes del autoritarismo. Educar no es humillar.

✅ Ejemplo: Un club de lectura sobre una novela clásica como “Doña Bárbara”, en tu comunidad o escuela, puede generar conversaciones interesantes.

4) Recuperar la memoria

Lo que no se recuerda, se repite. Lo que se recuerda, incomoda. El estudio de la historia, especialmente la venezolana, puede ser una potente herramienta para recordar lo que sucedió frente a desafíos similares, dilemas entre el bien y el mal, modelos a seguir. Frente a la imposición de una verdad oficial y hegemónica, debemos preservar una historia oral de lo que sucedió. Por ejemplo, podemos compartir historias de víctimas, familiares, luchadores. Construye colabora o divulga archivos de la verdad: digital, audiovisual o comunitario. Conecta el presente con el pasado: muestra que los abusos no son “nuevos ni normales”. Puedes crear y recordar efemérides de actos y gestos que ocurrieron en tu comunidad.

✅ Ejemplo: Publicaciones en redes con #EstoPasó #EstoNoDebePasarMás

5) Intervenir lo cotidiano

Si el poder se infiltra en nuestra vida cotidiana, la resistencia también debe hacerlo. Podemos hacer arte, performance, grafiti, música o teatro que cuestione lo establecido. Usa camisetas, carteles, afiches, stickers con mensajes de desnormalización. Haz intervenciones de fechas, espacios o símbolos oficiales con contranarrativas.

✅ Ejemplo: Busca frases de poemas de autores venezolanos y colócalos en los postes, por ejemplo “No he de proferir adornada falsedad ni poner tinta dudosa ni añadir brillos a lo que es.      Esto me obliga a oírme. Pero estamos aquí para decir la verdad. Seamos reales. Rafael Cadenas”.

6) Conectar con otros y otras

Desnormalizar y preservar la “realidad verdadera” es un acto colectivo. La indignación solitaria se apaga. Podemos conectarnos con otros de manera visible o cautelosa, lo importante es generar y preservar un vínculo para transmitir contenidos de manera segura. Une tu voz a redes de apoyo, movimientos ciudadanos, organizaciones de derechos humanos; puedes divulgar de manera privada sus contenidos en tus redes de confianza. Acompaña a quienes denuncian. La soledad debilita, la solidaridad protege. Puedes hacerlo con un RT público o con un mensaje privado. Crea alianzas entre diferentes sectores: arte, educación, religión, migración, salud.

✅ Ejemplo: Aliarte con medios alternativos, colectivos feministas o grupos juveniles para campañas conjuntas, tomando sus contenidos y difundiéndolos en tus chats familiares y comunitarios

7) Cultivar alternativas

La resistencia no solo dice no: también imagina lo que sí puede ser. Bajo un contexto autoritario lo clave es conservar nuestras capacidades y esperanzas para cuando el cambio sea posible. Promueve prácticas que rompan la lógica autoritaria: asambleas, rendición de cuentas, participación abierta. Documenta experiencias comunitarias exitosas que demuestren que otra forma de vivir es posible. Sostén pequeños espacios de dignidad, cuidado y justicia: ¡Lo pequeño es hermoso!

✅ Ejemplo: ¿Conoces al grupo de personas de la tercera edad que se han quedado solos en tu comunidad, debido a la migración de sus hijos y nietos? ¿Qué tal con ayudarlos una vez a la semana con sus compras o con alguna otra cosa que requieran?

Venezuela nos sigue convocando

La normalización del abuso no es un destino inevitable, sino una construcción que puede desmontarse. Cada gesto, cada conversación, cada acto de cuidado y memoria ayuda a devolverle a la sociedad su capacidad de decir: esto no es normal, esto no debe seguir ocurriendo.

Lo que el poder busca callar, debemos aprender a nombrarlo. Donde quieren imponer el olvido, sembremos memoria. Donde buscan sembrar miedo, que florezca el vínculo de la esperanza. Recordemos lo mejor que siempre hemos tenido los venezolanos: Nuestra calidad humana.

Desnormalizar no es un acto heroico ni grandilocuente. Es cotidiano, a veces silencioso, casi invisible. Pero cada acto suma. Porque resistir no siempre es gritar: a veces es simplemente seguir llamando las cosas por su nombre.

Si ellos se organizan para hacernos olvidar, organicémonos para recordar. Si buscan que nos adaptemos, cultivemos lo que no se rinde: la dignidad, la memoria, el sentido común compartido.

Fuente: https://labpaz.org/



Entradas relacionadas